domingo, marzo 27, 2005


La Virgen María abrazó a su hijo por última vez, le envolvieron en sábanas blancas y metieron su cuerpo en una tumba escabada en una roca. Delante, como puerta, los romanos pusieron una losa redonda para evitar posibles asaltos de los apóstoles; según ellos, para que no robaran el cuerpo y dijeran a las masas que había resucitado al tercer día de su muerte, como Él mismo habia predecido, ante sus discípulos: "Hoy me veis; mañana no me vereis, pero me volvereis a ver".
juliork

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